Tula, una mujer con mucho de hombre

Tula, una mujer con mucho de hombre

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gertSe acerca el bicentenario de su nacimiento y todos quieren agasajarla, hacerla suya. Pero es Camagüey, esa suave comarca de pastores y sombreros como la calificó Nicolás Guillén, quien debería ser, y desea ser, el epicentro de la tormenta festiva para recordar a una mujer que supo imponerse a su sociedad, que se levantó con el mismo ímpetu de un hombre.

En las tierras agramontinas nació un 23 de marzo del año 1814 Gertrudis Gómez de Avellaneda, o La Avellaneda, o Tula como le dicen en el mundo coloquialmente. Su pasión, rebeldía, inteligencia, aún se respiran en estas tierras que tanto la recuerdan, que tanto la piensan, pues encantó con una pluma que se alzó por encima de las voces de su época.

Desde pequeña dio muestras de su sapiencia, de su desaforamiento por la lectura y una naturalidad inmensa para las letras que demostró en la redacción de algún que otro cuento. Tal vez fue así que se adentró en las mayores de las pasiones por el simple embullo de la curiosidad de hablar por ella.

En 1836 su familia se traslada hacia España, y es allá que se oyen las primeras tonadas más profundas de lo que sería una larga serenata a la vida, a la literatura. Allá residió la mitad de su vida y también murió, cerca de los 59 años.

A La Peregrina, pseudónimo con el que se presentó al mundo, se le conoce por hacedora de grandes obras literarias, pero su deseos provocaron que el periodismo fuera otro de sus modos de expresión. Y es que la fertilidad de su intelecto necesitaba expandirse, por eso llegó a fundar, dirigir y escribir en  Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello, revista literaria defensora de las ideas femeninas y de fuerte apoyo al trabajo periodístico ejercido por mujeres.

Por todo lo que dijo e hizo fue calificada de atrevida, de ejemplo de mala educación… solo por la simple osadía de ir en contra de las prohibiciones del acercamiento de las mujeres a las academias o universidades y de amar libremente. Ella no podía mostrar su ingenio en salones mundanos, no podía ser marioneta.

Fue creadora de obras de teatros muy elogiadas, de poemas que mostraban el dominio de estructuras neoclásicas y románticas, y creadora de versos que contribuyeron a los fundamentos del modernismo en la lírica de habla española.

En su obra plasmó ese lado suyo mezclado por la tristeza del desarraigo, escribió con vehemencia en contra de la esclavitud y su ferviente feminidad la elevó y marcó: “Es mucho hombre esta mujer”.

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