Gloria a la Avellaneda

Gloria a la Avellaneda

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Por: Ernesto Montero Acuña

gertrudis-gomez-de-avellanedaComo padres completos y robustos, calificó Cintio Vitier en Recuento de la poesía lírica en Cuba a José María Heredia y a Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien cumple este domingo su bicentenario de gloria.   

Exaltarla junto a Heredia es reconocerlos como las enormes figuras literarias que son y también por la relación de identidad nacional que asume ella en la elegía en que clama “¡Patria! ¡numen feliz! ¡nombre divino! (…) ¿Quién cantará tus brisas y tus palmas, tu sol de fuego, tu brillante cielo?”, al morir el cantor del Niágara.

No puede dudarse que estos versos trasuntan identidad, raíz común, sensibilidad mutua, aunque uno comenzara a yacer entonces en México y la otra reposaría más tarde en España.

Nacida ella el 23 de marzo de 1814 en Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, y él en Santiago de Cuba en 1803, ambos fueron los primeros y más grandes románticos de la poesía cubana.

A ella se la reconoce como gloria de las letras de Cuba y España, y a él como “el primer poeta de América”, un calificativo que le tributó el otro grande que fue José Martí.

En cuanto a su presencia en Cuba, debe reconocerse que residió durante poco más de 30 años en España, a la cual marchó con su familia en 1836, cuando escribió su reconocido soneto Al partir, una muestra del amor y del reconocimiento de su origen.

Luego residió cinco años en su país, entre 1859 y 1864, y frecuentó los medios habaneros. Al respecto escribía Nicolás Guillén: … “nos parece justo decir que la estancia de la Avellaneda en La Habana, ya consagrada y coronada, no dejó de ser útil para avivar el amor de las letras, o al menos el interés por ellas en la oprimida colonia”.

A lo que agregaba: “De 1859 a 1864, lapso que duró esa mansión, fue la genial poetisa el centro de diversas actividades de aquel carácter, desde la fundación de una revista, el Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello, hasta la composición de una novela, El Artista Barquero”. En 1860 se la proclamó poetisa nacional.

Don Juan Varela, grande de las letras hispanas, apuntó acerca de ella: …“nuestra poetisa no tiene rival, ni aun fuera de España, a no ser que retrocedamos a los más gloriosos tiempos de Grecia, o busquemos en la Italia del Renacimiento la gentil figura de Vitoria Colonna».

La Avellaneda dejó innumerables recuerdos en la provincia de Matanzas, donde, a propósito de su bicentenario, se exhiben cartas suyas inéditas, una hebilla para el cabello, objetos de uso personal y piezas relacionadas con el entorno doméstico en las residencias donde habitó.

Se muestran también fotografías, muebles, medallas, dos ejemplares de la edición príncipe de El artista barquero, fonogramas y otras piezas para rendir tributo a quien es calificada como una de las personalidades literarias más relevantes del siglo XIX en Hispanoamérica.

Buena parte de los objetos presentados pertenecen al fondo del museo Oscar María de Rojas, de la ciudad de Cárdenas, casa consistorial de antaño y donde residió La Avellaneda durante tres años, junto con su esposo, el oficial español Domingo Verdugo.

En Cuba se le rinden otros homenajes a su vida y a su obra con la participación de estudiosos nacionales y extranjeros, se realizan lecturas de su novela Sab, de contenido antiesclavista; y varias editoriales publican sus cartas íntegras, sus extensas crónicas de viaje y una aproximación crítica a su creación literaria.

Su natal Camagüey anuncia la instalación de una estatua en las proximidades de su casa natal, según la Oficina del Historiador de la Ciudad, la que tendrá dos metros y 20 centímetros de altura, es obra del artista Sergio Roque Ruano y fue fundida en bronce por la institución Caguayo.

Asimismo se ha organizado el evento literario Por un bicentenario en Camagüey, con un programa que incluye conferencias, conversatorios, y mesas redondas. El teatro y la danza le brindarán su reconocimiento a la autora del drama Leoncia, que reivindicó en el siglo XIX el papel social de la mujer.

Durante todo el año se le rinde homenaje en su provincia y en el país a quien es considerada una verdadera orfebre del verso y poetisa que sirve de puente entre la primera y la segunda generación de los grandes románticos cubanos.

Con motivo del bicentenario se presentaron obras suyas en la XXIII Feria Internacional del Libro, como recuerdo merecido por su obra y por su proclamada condición de cubana que dejó a su paso “un rastro fúlgido”, según cantó acerca de Heredia la gran poetisa.

De ella también  puede decirse “¡Qué el genio, como el sol, llega a su ocaso/ dejando un rastro fúlgido: su paso!”, ahora de 200 años.

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