Santiaguito Feliú: el mundo me ha hecho así como soy: rojo, a mi manera, pero rojo

Santiaguito Feliú: el mundo me ha hecho así como soy: rojo, a mi manera, pero rojo

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santiaguito 2La noticia no solo consternó a quienes, en la madrugada de este miércoles lo vieron partir, aún joven, con infinitos proyectos aún por cumplir, entre ellos, el ya cercano nacimiento de su otro hijo. La muerte de Santiaguito Feliú ha dejado caer un manto de luto sobre la cultura cubana, en la que su nombre perdurará como destacado exponente del Movimiento de la Nueva Trova.

Sus primeros pasos en la música fueron en la adolescencia a través de los colegas de su hermano Vicente, durante sus frecuentes visitas al hogar aunque su profesor y gran amigo fue Silvio Rodríguez.  Hacia finales de la década de los años 70 del pasado siglo, sintió atracción por los temas de la trova tradicional cubana. Fueron las canciones de Sindo Garay las que le atraparon. Pero fue Noel Nicola, su gran amigo, “quien me puso a Jetro Tull y me volvió como loco”.

Las creaciones musicales de Santiago Feliú generalmente le cantan a la vida y al amor, pero desde conceptos hondamente existencialistas, filosóficos.     Desde sus inicios demostró interés por la canción social y política, de izquierda, entre las que se recuerdan títulos como La ilusión, Rocanrolito de Fulanito y Menganito o En este barrio.

 Al igual que Noel Nicola y Sara González, quienes desafortunadamente partieron antes que él, también en tiempos de fecunda creación artística, Santiaguito dejó profundas huellas en la nueva trova cubana, patentizando, como aquellos, su amor a la patria, a lo suyo. Tal dijo en una entrevista concedida a la colega Nirma Acosta, de La Jiribilla, “cada calle, árbol y parque los siento mío; la luz, el olor del viento de esta isla con su gente tan cálida, graciosa e inteligente; luego vivir fuera me enseño la singular grandeza social de Cuba y toda esa cuestión de sabernos distintos, a pesar de nuestra pobreza; por eso junto con otras cosas me encanta Cuba, por suerte pude rodar bastante para pensar así”.

Orgulloso de ser cubano y fiel a los principios de justicia e igualdad que fundaron la Revolución, este místico artista que se caracterizaba por su andar rápido y por su larga melena, siempre patentizó que como músico y como trovador no estuvo nunca aislado de los acontecimientos del mundo y de América Latina, “y eso incluye, en principio, el lugar donde nací, donde me crié. Empecé a querer más a este país y a entender mejor a la Revolución cuando viajé y fui a conocer el mundo, cuando me fui por ahí y vi otras cosas. Cantar y hacer canciones me permitió viajar y ver otras realidades; el mundo me ha hecho así como soy: rojo, a mi manera, pero rojo. Sigo creyendo en las revoluciones. Las dictaduras le hicieron mucho daño a América Latina y luego las democracias no le sirvieron para nada al pueblo”.

 Hombre callado, a veces demasiado introvertido frente a los que no conocía, como inmerso en su mundo, en sus pensamientos siempre en función de la música, en busca del enriquecimiento de su obra eminentemente humanística, aseguraba que no le quedaba “otra que creer en el mejoramiento humano, pero como viene la cosa es sumamente difícil; de cualquier manera estoy aquí para desde mis canciones aportar en la idea de vivir o sobrevivir con ganas”.

También notable exponente de la Novísima Trova, El Eléctrico, como algunos le llamaban, desde la niñez tomó la guitarra en una alineación derecha para su nueva modalidad zurda, que combinada con la teoría y la afinación del músico Tomatito. En tal sentido dijo que ser guitarrista  fue “uno de los primeros ab/zurdos de mi vida. Desde que cogí una guitarra a los cinco años la agarré al revés. No tiene mucha explicación; la viré y aprendí a tocarla de esa forma. Después de eso, ya nadie me pudo parar”.

Con apenas 13 años de edad entró en contacto con algunos de los artistas de su generación que posteriormente  compartirían escenarios con él, tales como Ismael Serrano, Gerardo Alfonso, Fito Páez, entre otros; y  a los 16 se integra al grupo de trovadores cubanos, en tanto su presencia se hacía sentir como uno de los más originales intérpretes de la Nueva Canción. Entre sus composiciones románticas más memorable se encuentran Para Bárbara, la cual dedicó a su primera esposa, de igual nombre, con la que contrajo matrimonio a los 19 años de edad.

“El arte de componer canciones para mí es un misterio, pero se trata de encontrar una canción que puede estar en cualquier sitio o cosa, por mi parte trato de decir siempre poéticamente, trato de hacer una canción de arte, dejo que la inspiración supere al oficio, es puro invento”, dijo a La Jiribilla.

Su creación, recreada en las raíces latinoamericanas y caribeñas, con particular acento en lo cubano, incluye canciones infantiles y trova. Entre otros reconocimientos fue acreedor del Premio al Mejor Guitarrista en el Festival de Sochi, y la Distinción Por la Cultura Nacional.

Un buen día Santiaguito se fue a Latinoamérica, a recorrer las montañas de las guerrillas de Colombia, a adentrarse en el mundo de las revoluciones. Y según él, desde ese momento comenzó a componer de un modo distinto… “sentí que me encontraba a mí mismo; comencé a entenderlo todo de una forma diferente: quién era yo, qué quería hacer y qué había hecho hasta entonces”.

Aseguraba que estar con los guerrilleros fue la oportunidad de vivir lo que únicamente había visto en el cine o en los libros. “Yo había nacido en Cuba, en la Revolución y, de repente, era un tipo que estaba allá arriba discutiendo ideas, hablando del Che y cantando canciones. Así aparecieron los temas del disco Náuseas de fin de siglo. Entre otras experiencias inevitables en Colombia, empecé a componer de otra manera”.

Sentenció que, como artista, como músico, “hay que comprometerse, no se puede estar aislado, no se puede vivir entre la música y la poesía, delirando”.

 Ente sus más recientes propósitos estaba su próxima participación, con su banda,  en la Fábrica de Arte Cubano, interesante  proyecto auspiciado por X Alfonso que será inaugurada oficialmente el próximo día 13 en un antiguo local de la calle 26 esquina a 13, en el Vedado capitalino; espacio cultural creado con el propósito de establecer estrecha interrelación con el público, en materia de consumo cultural, donde no solo trascenderá la buena música sino también la excelencia de las creaciones de la plástica de prestigiosos artífices. En ese entorno, el día 15 de febrero, a las 11 de la noche, estaba prevista la actuación de Santiaguito Feliú y su banda.

Hasta siempre, Santiaguito…, tú has partido hoy, de pronto, con esa increíble y dura urgencia que suele reclamar a los grandes para dejar entre todos el vacío de tu singular presencia… pero tu música y tu obra perdurará como parte de lo más sólido de la cultura cubana.

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