Pistos Manchegos

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Guillén junto al compilador de las crónicas, Manuel Villabella.
Guillén junto al compilador de las crónicas, Manuel Villabella.

Por Ernesto Montero Acuña

Nicolás Guillén dejó aderezados Pistos Manchegos durante su tránsito por el periódico El Camagüeyano, al cual se incorporó el 20 de marzo de 1924 debido a que había sido declarado cesante en el Ayuntamiento “por el delito de pensar con su cabeza”.

Aquellas crónicas de inminente aparición en libro, previsto para la sala José Antonio Portuondo, de la fortaleza de La Cabaña, cubren una etapa entre el 20 de marzo de 1924 y diciembre de 1926, cuando el poeta se trasladó para La Habana.

“Decía mi abuelo que allí acumuló fondo de vida”, explicó Nicolás Hernández, presidente de la fundación que lleva el nombre del poeta, lo que significaron aquellas vivencias para Guillén y también el alcance que tenía su participación decisiva en la manutención familiar.

Describió como rigurosa la etapa para el incipiente redactor, quien se veía obligado a recorrer establecimientos comerciales y diversas entidades para obtener anuncios que luego elaboraría con imaginación y cultura, para la promoción de productos y otras ofertas.

La presentación de la obra reflejo de tales vivencias será el 21 de febrero en la Feria Internacional del Libro, cuando podrá apreciarse también cómo el impacto de la muerte del padre, asesinado en 1917 cerca de la ciudad de Camagüey, provocó lacerantes consecuencias en la vida familiar y del poeta.

Nicolás Guillén rememoraba años después la enorme influencia del recuerdo, la voz, la sangre de mi padre muerto por soldados.

En El Camagüeyano fue redactor, laboró como corrector de pruebas y mantuvo bajo su responsabilidad la referida sección, acerca de la cual reconoció que mezclaba la actualidad nacional o mundial en los anuncios con poesía y prosa periodística.

Se ha dicho que son ejemplares las dolorosas elegías y las explosivas ironías de Guillén, cuyas muestras iniciales en lo estilístico se encuentran en lo que antes había sido promoción publicitaria, pero con los incipientes valores de su arte.

Cuenta Manuel Villabella, compilador de las crónicas, que el español M. Santoveña, colaborador fijo del periódico, era el encargado de la sección Pisto Manchego, caracterizada por la inserción de anuncios, cuyos ingresos se dividían la publicación y el autor a partes iguales.

El peninsular alternaba chistes, comentarios de actualidad y en ocasiones fragmentos de obras literarias, “resultado insípido, desabrido”. Precisa Villabella que eso era, más o menos, la sección Pisto Manchego, alusión al plato típico peninsular, cuando Guillén se hizo cargo.

Añade que “seguramente se preguntó Guillén lo que cualquiera en tal circunstancia: ¿Qué hacer con esto?, y aplicó una solución ingeniosa: invertir los términos. En adelante, el texto sería lo fundamental y los anuncios pasarían a un plano secundario.

“La sección —precisa— podría atraer a los lectores abordando asuntos cotidianos o no, con el sabor de los costumbristas españoles y de sus seguidores cubanos del siglo XIX”.

En la estructura de sus crónicas Guillén utilizó décimas, octosílabos con rimas consonantes y asonantes, sonetos, diálogos, escenas teatrales, glosas, epigramas, cada vez que lo estimaba conveniente.

El ya fallecido poeta camagüeyano Luis Suardíaz explicaba, por su parte, que Nicolás Guillén afirmó no haber escrito un solo verso entre 1922 y 1927. “Pero no fue exactamente así”.

En una hoja suelta de este período, cuyo objetivo era divulgar las virtudes profesionales de su amigo el sastre Elesbán Torres, transita “por vez primera, hasta donde sabemos, el cauce de la décima”.

Decía aquella: Es harto frecuente el caso/ de que un Juárez sin mollera/ se pase la vida entera/ sin saber lo que es fracaso./ Le sale bien todo paso/ que dé en pos del porvenir,/ y si no puede decir/ que su inteligencia es fina,/ alaban su gabardina/ y elogian su casimir.

Suardíaz añadía que el tono humorístico empleado para promover el trabajo decoroso de un amigo le sirvió a Guillén para iniciarse en la crítica social y distanciarse de los severos sonetos y de las elegías amorosas.

Se anuncia, en fin, que la editorial Letras Cubanas presentará la recopilación de más de 400 crónicas de aquellas creadas por el poeta y compiladas por el periodista, escritor y dramaturgo Manuel Villabella, luego de ser preservadas en la Biblioteca Provincial de Camagüey.

Podrá apreciarse así cuánto, en el trasfondo, significaron en fondo de vida los Pistos Manchegos de Nicolás Guillén.

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