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Fotos: José Rodríguez Robleda
Los obreros de la unidad empresarial de base Taller de Enrollado Héctor Rodríguez, de Sagua la Grande, Villa Clara, aseguran que para ellos “enrollar no tiene rollo”. Hacen esta afirmación teniendo en cuenta la eficiencia demostrada durante décadas en su labor y la calidad del producto terminado.
El colectivo, vanguardia nacional del sindicato azucarero, durante 13 años consecutivos es decisivo en el período de preparación de la zafra azucarera en el país e incluso durante el momento en que esta se ejecuta.
Para el inicio de la actual contienda la entidad villaclareña enrolló mil 265 motores, sobrecumpliendo el plan asignado en 294 equipos.
Dicho aporte es millonario, pues estos motores cuestan en el mercado internacional entre 500 y 17 mil dólares de acuerdo a las características del que se necesite.
Además, la empresa garantiza la reparación de los motores eléctricos de los centrales azucareros desde Matanzas hasta Guantánamo; es decir, cubren la demanda de 43 ingenios del país, así como la reparación del transporte y la maquinaria agrícola que se utiliza en la zafra villaclareña. También apoyan necesidades de la salud, la educación, acueductos, etcétera.
Para el actual calendario el plan previsto es reparar 850 motores, aunque consideran que puede sobrepasarse y con ello evitar la importación de equipos al país.
Remigio Pérez Molina, director de la unidad, asegura: “Son motores que pueden ser de medio kW. hasta 300 kW. Para repararlos hay que hacer mediciones precisas, saber las cualidades del alambre que debe utilizarse y tener habilidades”.
Los hombres del alambre
A Valentín, Adán, Osvaldo, Orestes, Jorge y Deibis les dicen los magos del alambre. La destreza demostrada por ellos para devolver a la vida útil un motor quemado es una carta de triunfo por la calidad con que realizan esta labor.
Son hombres curiosos y de paciencia probada, cualidades que debe tener todo el que practica este oficio. El amor al trabajo y el sentido de pertenencia sobresalen entre los que integran el colectivo del taller de enrollado sagüero.
Los jubilados contribuyen igualmente en momentos de alta demanda, los que son bastante frecuentes debido a las situaciones puntuales que ocurren en tiempo de zafra. A Elio, Antonio y Alberto, quienes dieron su aporte durante décadas, se les llama en circunstancias complejas por la experiencia que han acumulado.
“Siguen siendo trabajadores nuestros, de mucha valía, comprometidos con la empresa. Se sienten útiles cada vez que se les pide su aporte”, señaló Pérez Molina.
Enrollar para estos hombres no tiene “rollo”, todo lo contrario, es un placer hacerlo y mucho más sabiendo que sus clientes los distinguen entre los que con más eficiencia lo hacen en el país.
Hoy el centro recibirá la Bandera XX Congreso de la CTC que pasará además por la Empresa Electroquímica de Sagua; la Fábrica de Bujías; la unidad empresarial de base del central Héctor Rodríguez; el hospital de Sagua la Grande y colectivos de la industria alimenticia, entre otros.
