Reinauguran Casa de la Décima en Pinar del Río

Reinauguran Casa de la Décima en Pinar del Río

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Foto: Lorenzo Suárez Crespo
Foto: Lorenzo Suárez Crespo

Por Lorenzo Suárez Crespo, poeta y promotor cultural de la Casa. Fotos enviadas por el autor.

Yo soy el punto cubano, emblemática pieza de la música campesina  en la voz de una de nuestras más auténticas solistas del género en Pinar del Río, Adelfa Velázquez, dio inicio al programa cultural del pasado sábado 24 de agosto en la Casa de la Décima Celestino García. Dos grandes motivaciones marcaron los espacios líricos y musicales del Parnaso de los poetas: la reapertura del Ranchón y un merecido homenaje a Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí.

Amigos y admiradores de nuestras más ricas tradiciones en el género fueron partícipes de este acontecimiento, entre ellos algunos visitantes llegados desde Andalucía, España.

Fidel Antonio Orta, poeta, narrador y ensayista, acompañado de Pedro Péglez González, máximo animador del Grupo Ala Décima, tuvieron a su cargo la presentación del libro El telescopio de la hormiga, los períodos creativos del Indio Naborí, cuya autoría es precisamente de Fidel Antonio.

Apreciaciones sobre el texto, anécdotas personales en torno a Naborí, comentarios de interés literario y otros acercamientos al más grande de los poetas populares cubanos ocuparon este espacio interactivo y pleno de emociones.

Como era de esperar la ronda de los poetas no podía evitar un convite más motivador que echar a volar los versos en pos del Santo de los poetas cubanos como llamara a Naborí el catedrático e investigador canario Maximiano Trapero.

Cerca de veinte poetas de las más disímiles distancias de esta tierra de los pinares combinaron inspiración, sentimientos y vuelos tropológicos al ritmo de las cuerdas ahora bajo el enguanado de un Ranchón que reverdece sus laureles, desde los más jóvenes devenidos de los talleres de repentismo hasta los decanos de la improvisación en tierras de Vuelta Abajo.

El espacio de las tonadas tuvo ricos matices en una de sus más talentosas figuras, Alba Rosa Lezcano Ferrer, quien mostró al público lo útil y lo virtuoso de esta modalidad para su continuidad y permanencia.

El poeta sanjuanero Juanito Rodríguez y su hija Anabeybi, de solo 11 años y reconocida como el genio de la improvisación infantil en Cuba, brindaron el primer diálogo poético de la tarde.

La pequeña improvisadora aceptó después los pies forzados del público, uno de los cuales fue impuesto por Fidel Antonio y que la niña respondiera con admirable calidad.

Al principio del salón una muestra expositiva de Darién Robaina, joven con síndrome Down del proyecto Con amor y esperanza que dirige el artista Jesús Carrete.

El momento literario tuvo reconocimientos a las diversas instituciones y editoriales que tributan textos a la Casa de la Décima desde toda Hispanoamérica como lo son El Frente de Afirmación Hispanista de México con sus libros de poesía, ensayos y la revista Norte, así como las revistas Carta Lírica, Guatiní, El Rodante, Oriflama, Arique, Arboleda, Piedra de Molino, La Urpila y otras tantas.

La ocasión fue propicia para la entrega de plegables y cuadernos editados a los poetas por la Casa de la Décima con el sello Amauta.

Honrar honra, como dijera nuestro Apóstol y la Casa de la Décima se enorgulleció en esta jornada sabatina  al conferir su más alto reconocimiento, la simbólica llave,  a quienes forman parte de la familia decimística hispanoamericana, Fidel Antonio Orta y Pedro Péglez González, entregada por su autor Andro Montano, artesano de la comunidad como su mamá.

Justos reconocimientos evocaron al CIERIC en su red Articularte, al Frente de Afirmación Hispanista de México y los proyectos culturales El Quijote de Chapala y la Casa de Cultura de Alvarado en Veracruz,  por sus sistemáticos acompañamientos a la Casa de la Décima y permanente apoyo.

Después de un segundo diálogo poético entre los jóvenes Yaser García y Eloy Sánchez Padilla el cierre de la tarde estuvo a cargo del solista Adriel Corrales Castillo con un tema musical oloroso a pinos, café, caña y tabaco, El verde de la esperanza.

El templo de los poetas reabre su escenario, nuevas lunas amenizarán los versos de las noches sabatinas alucinadas por las ondas del Guamá, ese cómplice acuático que no deja de pasar lentamente cerca del Ranchón para llevarse las apasionadas canciones e improvisaciones a los más lejanos parajes de lo arcano.

 

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