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El atraso del pago a la ONAT de los artesanos dedicados a la confección de calzado que rigen como oficiantes y la definición de cuál debe ser su contribución es la preocupación que expusieron los miembros de una de las secciones sindicales no estatales del Sindicato de Cultura en Villa Clara.
Este grupo está representado por una entidad estatal: el Fondo Cubano de Bienes Culturales, pero la ley no los contempla en sus normas, pues solo aparece la figura de zapatero remendón y no la de oficiantes que es la que ellos deben poseer, por lo que no pueden acumular años de servicio ni obtener otros beneficios.
Delvis Miguel Torresillas, miembro del secretariado provincial de dicho Sindicato, explicó que esta disyuntiva está siendo analizada, debido a que el sector de la Cultura tiene un régimen especial en la Ley tributaria y que ser oficiante significa ser ayudante del artista.
Este, aunque es un grupo de trabajo no estatal nuevo que congrega a 17 operarios, entre ellos cortadores, cosedores, ensambladores y otros dedicados al acabado, tiene una amplia experiencia en las labores del calzado y la talabartería. Sus producciones, en particular las botas de trabajo, están destinadas a empresas estatales, además elaboran otros artículos como bolsos y calzado para mujer y hombre.
Romelio Prieto Rodríguez, su jefe, es miembro del Secretariado Provincial del Sindicato de Cultura, por lo que la actividad de la organización es bien atendida en el colectivo.
Al respecto Lidia Espinosa, secretaria de la sección sindical, comentó que productivamente marchan de manera muy adecuada, tienen mercado, los trabajadores sonbien remunerados, existe responsabilidad colectiva y buen espíritu de trabajo, pero les preocupa que se prolongue la definición de su contribución por las consecuencias que ello implica, además de que es muy engorroso planificar cuánto de la venta debe destinarse a ese particular.
La producción es un engranaje
Cada trabajador está concentrado en sus labores, el taller funciona como una maquinaria en cadena. Unos cortan, otros ensamblan, aquel cose, el otro da los toques finales para luego emprender el proceso de venta.
Antes fueron seleccionados los modelos de cada calzado, se preparó la piel, se hicieron las compras de la materia prima y los accesorios, los contratos con el Fondo Cubano de Bienes Culturales u otros cuentapropistas. En cada paso los documentos están en orden y con lo que realmente debe y puede gastarse para cada pedido. A su vez, los trabajadores saben cuánto ganarán.
Detrás de este engranaje productivo está Romelio guiando el proceso, velando por el ahorro de la materia prima y la calidad. Junto a él, como asesor directo, está Vidal Águila Moya, quien funge como jefe de taller.
El calzado que produce este grupo tiene una alta aceptación porque en estos utilizan piel original, resultan cómodos y duraderos.
