Alcohol: una ruleta rusa

Alcohol: una ruleta rusa

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Doctor en Ciencias Médicas Ricardo González Menéndez, presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica del MINSAP y Profesor Consultante en Adicciones del Hospital Psiquiátrico Dr. Eduardo Ordaz y de la Facultad Dr. Enrique Cabrera de la Universidad Médica de La Habana. Foto: Agustín Borrego
Doctor en Ciencias Médicas Ricardo González Menéndez, presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica del MINSAP y Profesor Consultante en Adicciones del Hospital Psiquiátrico Dr. Eduardo Ordaz y de la Facultad Dr. Enrique Cabrera de la Universidad Médica de La Habana. Foto: Agustín Borrego

El prestigioso psiquiatra y Doctor en Ciencias Ricardo González Menéndez escribió un artículo para una afamada revista internacional, donde abordaba una aparente paradoja del alcohol: consumir no más de un cuarto de copa de vino diariamente, no solo no hace daño, sino que puede tener un efecto positivo sobre la salud, siempre que no se trate de un enfermo alcohólico dispuesto a rehabilitarse, de un niño o un paciente psiquiátrico.

Recientemente, ante la tragedia mortal por la intoxicación de un alto número de personas con metanol o alcohol de madera en la capital, lo primero que vino a su mente fueron palabras de Cristo durante su crucifixión: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

“El problema más trascedente es que tragedias como esa son perfectamente evitables, pero la percepción de riesgo ante las bebidas alcohólicas es muy baja, a la vez que a nivel social no alcanzamos una correcta actitud ante el consumo moderado de bebidas alcohólicas ni la imprescindible intolerancia ante los excesos”, asegura este experto mundial.

“Y es que un fenómeno como el ocurrido, es solo la parte visible de un iceberg, debajo del cual existen grandes tragedias humanas y resaltan los cambios de la conducta, bajo la influencia de esta droga en la que el mejor de los seres humanos puede transformarse en la peor de las bestias.

Un problema subvalorado por la población general es el consumo del llamado alcohol no registrado o artesanal, que en nuestro continente supera el 10 % del total consumido —incluso en países desarrollados— y en otras latitudes llega al 50 por ciento.

Las consecuencias inmediatas de este consumo son, que a los efectos tóxicos de la mejor de las bebidas industriales, se suman los daños de sustancias agregadas como el metanol, la bencina, el acetaldehído, el furfural y el formaldehido, las que acompañan en alta proporción al alcohol desnaturalizado o de reverbero y a la mayor parte de lo producido en alambiques clandestinos.

“Este tipo de experiencias comunitarias son como sirenas que nos tienen que poner en alerta sobre la necesidad de actitudes responsables”.

¿Cantinero?

Graduado en la Universidad de La Habana en 1962, el doctor Ricardo González no es —como algunos pudieran pensar— una persona que vive dentro de una aséptica burbuja, sino con los pies bien puestos en la tierra. Tiene 77 años y —créalo o no— ¡fue cantinero! en un hotel de su Pinar del Río natal en sus años mozos.

“Me embriagué por única vez a los 17 años. Yo era bodeguero por ese entonces y me tomé dos tragos de whisky en el cumpleaños de un cliente. Perdí el control de las piernas… y de mí mismo. Fue muy desagradable, y a partir de ahí me convertí en un bebedor social, responsable; en una fiesta me tomaba una cerveza o un trago de ron, pero sucedió que cada vez tomaba menos

. “Hice un viaje en avión entre Ginebra y Buenos Aires —agrega— y en el trayecto varias veces pasó por mi lado la aeromoza con refrigerios y bebidas. En las 13 horas del vuelo solo tomé jugos y no me hizo falta ninguna bebida alcohólica. Desde entonces no tomo nada, y hace 20 años de eso”.

Fue como un aval moral en su sempiterna batalla contra los excesos con el alcohol. “Era que ya incubaba el sentimiento de solidaridad con mis pacientes, pues una vez que se es enfermo alcohólico siempre se es alcohólico, si se reitera el consumo”, subraya.

Desde hace unos 6 mil años…

Desde hace alrededor de 6 mil años, casualmente —como muchísimas cosas en etapa tan temprana del desarrollo humano— el hombre descubrió que en aquel recipiente donde habían caído algunas frutas algo extraño ocurría; no era más que el proceso de fermentación para lograr alcohol. Desde entonces, ya hubo adictos.

A partir de ahí, y para lograr mayor concentración alcohólica, surgió la destilación, por lo que sin darse cuenta, el hombre se encaminaba hacia la actualidad, en la que el consumo existe en todas las culturas —excepto en el mundo islámico. “

Si se consume socialmente no provoca daños, pero el fenómeno está en que muy pocos lo hacen así, por lo que sobrevienen las consecuencias: alcoholismo e irresponsabilidad”, dice el también presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica del MINSAP.

El alcohol se ha convertido en una verdadera ruleta rusa. Foto: Tomada de Internet
El alcohol se ha convertido en una verdadera ruleta rusa. Foto: Tomada de Internet

Sus más de 40 años en el tratamiento a enfermos por ese padecimiento lo llevan a afirmar: “Casi nadie piensa en el enorme peligro que encierra el consumo indebido de alcohol; se subvaloran las consecuencias de esas conductas sobre los seres queridos y otras personas conocidas o no, normalmente no se piensa en violencia, accidentes, huérfanos, viudas, madres sin hijos”.

En el devenir histórico y dado su peso molecular y procedencia coexisten diversos tipos de alcohol, entre ellos el metílico o metanol, conocido popularmente como alcohol de madera, el etanol derivado de frutas y el propílico, derivado de cereales.

Otro gran problema, y causante de las recientes muertes y cuadros de ceguera, es que el etanol y el metanol son muy parecidos en cuanto a sabor, olor, color, densidad. El primero mata lentamente, el segundo con inusitada rapidez.

¿La razón? porque el alcohol metílico se transforma en ácido fórmico, una sustancia que está en el veneno de las hormigas bravas y desencadena innumerables efectos, en especial sobre el nervio óptico y otras estructuras del cerebro, los riñones y el hígado.

“Lamentablemente, los fallecidos recientemente no sabían al riesgo que se exponían al consumir ese producto no registrado —dice. Es algo que puede ocurrir en cualquier país; aunque en el nuestro, donde no es tan frecuente, también cuesta vidas e invalideces”.

Es que, sencillamente, no sabemos qué pasará luego de embriagarnos. “Si es etanol se nos bloquea la parte anterior del cerebro, la que nos hace humanos, la que viene a ser como un freno para que no tome el mando la parte posterior, esa que decide la conducta que compartimos con los animales inferiores”.

Responsabilidad y conciencia

Para mi entrevistado, la falta de responsabilidad y de conciencia, el uso no social del alcohol —en la variante de consumo de riesgo en que ni se es bebedor social ni enfermo alcohólico— constituyen la esencia del asunto en Cuba, “pues en el resto de los países latinoamericanos el número de enfermos alcohólicos es mayor”.

Mundialmente, el 12,4 % del total de las muertes ocurren como consecuencia del uso de drogas y de ese total, la mitad son producidas por el alcohol, también considerada como la droga más importante y dañina, porque es la que más se consume. “Además, se pierden, a nivel mundial, 120 millones de años de vida productiva por invalidez o muertes precoces cada 12 meses”, enfatiza.

Aunque resulte sorprendente, en la práctica, la ingestión excesiva de alcohol en personas que no son bebedores sociales ni enfermos alcohólicos, es más costosa socialmente que el consumo de los propios pacientes alcohólicos.

Entonces grafica la conversación: “La Organización Mundial de la Salud monitorea 27 factores de riesgo para enfermar y es el alcohol el principal, por delante a nivel continental, incluso del tabaco, la hipertensión arterial, el agua no potable y la obesidad, entre otros. Se vincula además a 60 enfermedades”.

¿El mensaje? “Lo principal no está en una llamada ley seca, sino en que haya responsabilidad y no embriaguez; aunque ciertamente, embriagarse una vez no es un sacrilegio ni mucho menos. Respeto mucho a las personas que beben con moderación, sin dañarse a ellos ni a sus seres queridos, compañeros de trabajo o vecinos. Esa es la meta”.

 

El alcohol se ha incluido en el estilo de vida de una alta proporción de la población mundial, y su uso de riesgo es una verdadera ruleta rusa, donde se apuesta la vida, la visión, el hígado o los riñones, y no sabemos si habrá un capítulo siguiente.Si usted va a una bodega donde se vende ron a granel y están en horario de descanso no puede comprar arroz, azúcar u otro producto alimenticio, pero sí levenden ron…En mercados en moneda nacional no está permitida la venta de ron a menores, pero en las TRD consideran queson “encargos” para consumo familiar… En el país se despliegan muchos esfuerzos para combatir el alcoholismo, pero no se observan aún los resultados que se requieren…Quienes abusan de las bebidas alcohólicas viven 12 años menos como promedio que el bebedor social.

 

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