Bates dormidos y bola encendida

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Foto: Ricardo López Hevia, enviado especial

Omaha, Nebraska.— La preocupación es lógica, aunque sea un tope bilateral. Tres derrotas consecutivas en estos enfrentamientos no ocurría desde 1995, cuando nos propinaron cuatro en línea, frente al equipo de lujo: Kindelán, Pacheco, Linares y compañía. ¿Qué está sucediendo ahora? ¿Es tan buena la selección norteña como parece? ¿Por qué ha decaído tanto nuestra ofensiva?

Sin bolas mágicas, la realidad aplasta. Es el equipo cubano de más bajo promedio de bateo en los últimos torneos internacionales (158), con apenas 16 indiscutibles (solo un extrabase) y 33 ponches. Sin embargo, los números de nuestros rivales son peores (151-14- 35) y nos han vencido tres veces basados en un pitcheo endemoniado (0.30 pcl) y oportunas conexiones en la hora cero.

Los doce lanzadores norteños han mostrado velocidad superior a las 93 millas —llegó a 98 Brandon Finnegan— y eso ha mareado a casi todos nuestros bateadores (incluidos los cuatro que estuvieron en el Clásico), pues no nos enfrentamos casi nunca a esa calidad. A eso debemos sumar que de los tres errores cometidos, dos costaron par de derrotas (el del receptor Lázaro Herrera y el del camarero José Miguel Fernández ), en tanto no pudimos anotar tres veces bajo la Regla Shiller, algo casi imposible de creer, pero cierto.

Una vez más se confirma que las oportunidades se dan para aprovecharlas y a este tipo de confrontación no se puede venir por estímulo. Tenemos un grupo de jóvenes peloteros talentosos y con perspectivas de llegar al próximo Clásico (algunos vinieron, otros quedaron en Cuba), pero habrá que darle más fogueo de este tipo porque el béisbol moderno depende cada vez más de aprovechar las pocas libertades que dejan los grandes serpentineros.

La selección universitaria estadounidense tiene ya cinco jugadores contratados para el béisbol profesional, de ellos tres lanzadores (Carlos Rodon, Luke Weaver y Finnegan), pero la cifra pudiera aumentar, por lo que estamos en presencia de una escuadra con pitcheo excepcional, que apenas ha permitido conectar nueve fly a los jardines en tres juegos, ha otorgado cinco boletos y en el tercer choque no dejó que ningún antillano alcanzara la segunda base.

Haber perdido el tercer tope en la historia cuando aún restan par de desafíos no complace a nadie, aunque justo es decirlo, las faenas de nuestros lanzadores ha sido muy buena (0.60 pcl) y el holguinero Yunior Paumier es el más destacado con el madero al compilar 272 (11-3). Queda solo por ver si en Carolina del Norte, nuestra selección podrá cambiar algo esta historia.

(Joel García, enviado especial)

Acerca del autor

Máster en Ciencias de la Comunicación. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el 2019. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.

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Un comentario en Bates dormidos y bola encendida

  1. hola Joel Garcia !!.. objetivo su articulo, felicidades!! espero que pueda seguir con el tema y profundizar en las causas de los resultados del equipo cuba en este tope…

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