Serie Nacional de Béisbol: ¿Qué tuvimos, qué queremos?

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Dentro de los jonrones inolvidables de nuestras series nacionales quedará, sin duda, el del villaclareño Ariel Pestano frente al matancero Maykel Martínez en el partido final de la 52 temporada beisbolera. Será recordado como el de Marquetti en 1986 frente a Rogelio García o el de Pacheco ante Pedro Luis Lazo en el 2001.

Sin embargo, la conclusión de esta temporada tiene matices más profundos que el podio merecido por Villa Clara, Matanzas y Cienfuegos, en ese orden. Un nuevo sistema competitivo introdujo dos novedades fundamentales: corte inicial de ocho equipos luego de los primeros 45 juegos y la inclusión de cinco refuerzos para los elencos restantes, que lucharon por cuatro plazas a los play off.

Más allá de lo coyuntural,  con motivo del tercer Clásico Mundial, la idea ganó finalmente más adeptos que detractores, aunque casi todos piden a gritos el inicio más temprano (octubre) y mayor cantidad de partidos en primera ronda, entre 60 y 69.

Contrario a lo que algunos pudieron pronosticar, la segunda mitad del torneo reservó mejor ofensiva (275 por 267 en la primera etapa), y un pitcheo menos efectivo (3.89 promedio de carreras limpias por 3.64) Solo la defensa se comportó ligeramente con más brillo en la segunda fase (979 por 975). ¿Dicen algo estos números en un béisbol que puede valorarse entre los cuatro mejores del mundo?

Sí, son más ajustados a la calidad media internacional e inferiores a los astronómicos promedios de bateo de años recientes, pero evidencian todavía fallas en el pensamiento técnico-táctico de nuestros peloteros y desnivel entre jugadores titulares y la banca, así como entre serpentineros abridores y relevistas.

Volvimos a tener un campeonato con abuso del toque de bola (y jugadores que siguen sin aprender), equipos que roban bases cada tres juegos como promedio (al menos cinco conjuntos se comportaron así), lanzadores sin dominar la técnica básica (80 box son demasiados), peloteros sin una clara zona de bateo, defensores mal ubicados para un roletazo y visitas innecesarias del cátcher al pitcher, gazapos posibles de mejorar con un poco más de rigor.

No olvido que grandes animadores como Santiago de Cuba, Granma y Las Tunas quedaron excluidos del tramo conclusivo por varios factores —por cierto, esa segunda división no debe repetirse jamás y sí una liga de desarrollo sub 21—, al tiempo que la clasificación de Isla de la Juventud demostró que cuando se  juega con el corazón no importa una nómina de súper calidad.

En el tema arbitraje lo incomprensible es que sus pifias definieron momentos claves de los pleitos y fueron reiterativas en los play off. Se evidenciaron problemas de ubicación en las bases para definir esas jugadas cerradas y no acabamos de especializarlos por posiciones (todos no pueden ejercer justicia en home). No pocos extrañaron a Omar Lucero, quien se recupera de una enfermedad.

Asimismo, hubo partidos demorados en el tiempo porque no todos los jugadores entran o salen corriendo del terreno entre inning. Fue visible que las jugadas de corrido y bateo no salen muchas veces por falta de entrenamiento y oficio de los peloteros, en tanto la rivalidad no es sinónimo de pelotazos tirados o de faltas de respeto de mánágers y peloteros con la afición, y viceversa.

En cuanto a la aplicación de la ciencia y la técnica, los vacíos persisten por la resistencia en algunos casos y desconocimiento en la mayoría sobre sistemas de preparación más contemporáneos. El scouteo de hace unos años, a partir de un sistema informático de la Universidad de las Ciencias Informáticas, se impone retomarlo en el más breve plazo, con las adecuaciones pertinentes.

Finalmente, y no por ello menos importante, el espectáculo beisbolero debe involucrar con antelación y constancia a gobiernos locales, empresas gastronómicas, autoridades deportivas y demás organizaciones e instituciones. No hay que esperar a una postemporada para vender souvenirs, colocar pantallas gigantes o hacer del béisbol una verdadera fiesta para la familia cubana.

La 52 Serie Nacional de Béisbol reflejó los cambios y realidades de nuestra sociedad hoy, ejemplo: el retorno a la Serie del Caribe. La pelota cubana enseñó que no es tan mala como sus críticos más acérrimos se empeñan en hacernos ver, como tampoco respira los aires de excelencia que queremos para nuestro deporte nacional.

Lo internacional: Holanda y Estados Unidos

En las próximas horas se oficializará la participación de Cuba en el tradicional evento de Rotterdam, Holanda (30 junio al 7 de julio), con el equipo Occidentales, ganador del Juego de las Estrellas de esta campaña. Yovani Aragón será el mánager y el jardinero Frederich Cepeda necesitará un cambio, pues aún se restablece de su operación en una mano.

Asimismo, del 18 al 23 de julio se celebrará el tope contra Estados Unidos en Iowa, Nebraska y Carolina del Norte, cuya selección se anunciará en la venidera semana. El complemento internacional y agradecido se completa con otra invitación al torneo Challenger, en Canadá, del 13 al 23 de agosto.

Acerca del autor

Máster en Ciencias de la Comunicación. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el 2019. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.

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