Soñando con la eternidad

Soñando con la eternidad

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Ramón Labañino y familia
Ramón Labañino y familiaCinco

¿Quién dijo que es un día normal? Hoy Ramón Labañino cumple 25 años, doblemente

En la prisión de baja seguridad, en Ashland, estado de Kentucky seguramente será un día normal. Las mismas rejas, las mismas rutinas, los guardias de turno, los presos… Allí, aunque no debiera ser, este 9 de junio despertará un hombre a sus 50 años de vida. No habrá asaltos de sus hijas a la cama, ni cake, ni fiesta, peor aún, no tendrá sus abrazos urgentes, pero aun así ese hombre, Ramón Labañino Salazar, amanecerá con su sonrisa noble y tozuda pegada en el rostro.

No importa que sus carceleros no entiendan de dónde saca esa expresión mañanera, ni cómo tiene ganas de festejar, si lleva prácticamente 15 años encarcelado, lejos de todo y de todos. La felicidad está en su interior. Sabe que ha hecho lo correcto y, a pesar de la injusticia, muchas familias cubanas pueden celebrar cumpleaños gracias a él y sus cuatro hermanos, quienes evitaron toda clase de atrocidades terroristas planeadas desde Miami en la década del 90.

Para el patriota será una jornada «agridulce», como él mismo reconoce, pero tratará de pasarlo lo mejor posible, a fin de cuentas, aunque nadie lo vea rodeado, ese gigante no estará solo. Nunca lo está.

En medio de las obligaciones impuestas por una prisión que no merece, Ramón develó a los lectores de JR, vía correo electrónico, algunos secretos de la jornada. Sin dejarnos otra opción que el estremecimiento, la primera línea, equivalente a su primer pensamiento fue para «nuestro pueblo»… «EL ABRAZO ETERNO DE LOS CINCO PARA “JUVENTUD REBELDE”, PARA NUESTRO PUEBLO», escribió, y al cierre, agradeció la posibilidad, y envió Cinco abrazos y firmó con su nombre.

«El autorregalo que más disfruto es oír las voces de mis seres amados ese día, desde temprano en la mañana, aunque me quede solo un minuto para cada uno, oír a mi esposa, mis hijas, mi papá, mis hermanos, nos hace ya el día bueno», asegura.

Pero hay más. Resulta que nuestro héroe no cumple 50 como rezan los almanaques. Hubo un error y para eso él llevaba tiempo preparando a sus niñas. Ramón cumple “25” años y durante la jornada, además de acortar las distancias del único modo que se lo permiten —teléfono mediante—, se reunirá con algunos amigos de la prisión y se tomará fotos en este «momento singular», como él llama a la fecha y explica los porqués: «después de todo, no siempre se cumplen “25” años».

Uno puede imaginar que en este punto Ramón hace un guiño pícaro.
Para dormir mejor en las noches

Quince años es demasiado tiempo. Él, como cada uno de los Cinco, ya no es el mismo de las fotos y carteles. Siente que ha cambiado, pero ojo, no gran cosa.

«He cambiado un “poquito” —me dicen y lo sé—, algunas libras de más, alguna postura incompleta, algunas canas ocasionales, pero el alma pura y eterna… la fiereza por vivir, soñar y luchar nunca cambia y esto es lo que realmente nos mantiene permanentemente jóvenes. Yo me mantengo activo siempre, me encanta el deporte, los juegos, el aire libre, el sol fuerte que me haga sudar a cántaros. Por ejemplo, ahora estoy haciendo un poco de pesas, caminatas, juego ajedrez. Confieso que soy pésimo para las dietas, pésimo… por eso lo compenso con el ejercicio físico fuerte».

El guerrero descubre sus secretos, pero hay uno en particular, que deja desnudas sus esencias, esas de que están hechos los Cinco. Ellos no solo no se quebraron, no cedieron, soportaron toda clase de torturas psicológicas; sino que, a pesar de todo, pueden sentirse hombres plenos. A su juicio, la ecuación es simple:

«Cuando uno cae prisionero se percata, aún más, de que la felicidad no está en nada material ni exterior, sino dentro de cada uno de nosotros, de nuestros sueños y aspiraciones, de nuestro amor y necesidad de realizarnos como seres humanos, como hijos, esposos, como padres, como hombres, como patriotas.

«Empiezas entonces ese viaje hacia tu interior, a tus recuerdos, a tu cultura, a tu gente, que amas y dejaste atrás, a tus obras inacabadas, a las que quieres empezar, al legado que te gustaría dejar a tus hijos, a tu familia, a tu pueblo. Después empiezas a trabajar sobre cada uno de esos deseos, y comienzas poco a poco a cumplirlos de una manera u otra, y con cada logro sientes un poquito más de felicidad, de realización, de victoria. En esos momentos sale lo mejor de uno mismo, o lo peor en los casos “terrenales” que aquí nos rodean.

«Uno se rebusca en el arte, en la poesía, la pintura, la música, en cuanto de hermoso tiene la vida y la naturaleza. También la felicidad está en rodearnos de cosas y personas que nos agraden independientemente del lugar terrible en que nos encontremos, en hacer actividades que nos hagan crecer cultural, física e intelectualmente. Eres tú mismo el creador de tu felicidad, de tus logros, de tus victorias. Empecinarse siempre en ser bueno, hacer el bien, actuar bien, siempre da una felicidad increíble. Después puedes dormir un poco mejor al caer la noche».

Desde finales de abril Ramón tiene una razón extra para su sonrisa. Su hermano René está en Cuba y eso también llena a Gerardo, Antonio y a Fernando de mucha alegría. En esas letras mayúsculas que escribió para JR, es posible notar el regocijo por lo que ya puede vivir su hermano de causa.

«Es cierto que hasta que los cinco no seamos libres, ninguno será totalmente libre; pero a la misma vez el hecho de que ya uno de nosotros esté “afuera” nos hace sentir un poco más libres interiormente, más relajados por el hermano que deja esta trinchera, más optimistas. Me alegra saber que René ya está allí por nosotros, que lucha en todos los frentes y también celebra nuestros aniversarios como si fuéramos nosotros mismos. En él está el alma y el espíritu de todos, y así es con cada uno de los cinco», asegura.

Sus hijas son la luz de sus ojos. Ellas y su esposa se convierten en el sol de sus días, en gaviotas que atraviesan los mares para, sin que nadie lo note, convertirse en sempiterna compañía. Es normal que cuando las mencione, aunque él esté confinado en territorio estadounidense, se adivine a un gigante emocionado.

«Mis tres hijas me asombran, me sorprenden constantemente con su madurez, con sus avances, esa es la verdad. Ahora mismo Laurita me ha dado una lección grande de educación, de cultura, de lo bien preparada que está para la vida, para su futuro, y me siento feliz por ella, orgulloso. El papel de los padres es educar a los hijos, darles alas y echarlos a volar. Ya mi Laurita tiene sus alas y comenzó a volar y yo desde mi “suelo”, inquieto, la observo y admiro amorosamente cuando comienza a escalar su cielo».
El deseo frente al cake

Un solo deseo pediría Ramón si estuviera hoy frente a una tarta de cumpleaños: «Libertad», escribió. Solo eso surca su mente más allá del dulce, y es lógico.

Y aunque no esté libre, aunque sobre él pesen 30 años de injusta condena, no deja de hacer planes para ese primer cumpleaños en libertad que toca a todos tratar de adelantar con acciones que lleguen hasta la opinión pública estadounidense, absolutamente ignorante de la clase de hombres que su gobierno tiene encerrados desde 1998.

«Quisiera reunirme con mis cuatro hermanos, con todos nuestros familiares, todo nuestro pueblo y a la sombra de la palma real, sobre la arena blanca y con el mar libre como escenario, celebrar todas las ausencias y todos los aniversarios. ¡Es un sueño!»

No permitirse renunciar a los sueños ha hecho que los Cinco asciendan, al mismo tiempo, son ellos quienes desde sus posturas insisten en la cercanía necesaria. Él héroe de la República de Cuba, Ramón Labañino Salazar cumple hoy 50 años, digo, 25. El hijo de Nereida, el esposo de Elizabeth, el padre de Ailí, Laura y Lizbeth, el hermano de Gerardo, René, Antonio y Fernando, debería poder celebrar de un modo distinto.

Y, como al igual que otros cuatro seres humanos, es un tipo fuera de serie, Ramón ya se ve dentro de otro medio siglo…

«En los próximos 50 años me veo junto a mis cuatro hermanos y todos nuestros familiares, amando y luchando por nuestra patria, por nuestra Revolución, por ese mundo mejor para toda la humanidad. Y claro, nos vemos todos en el club de los 120 años… y soñando con la eternidad…»

Tomado de Juventud Rebelde

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