El gobierno del barrio

El gobierno del barrio

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Rendición de Cuenta del delegado a sus electores. Foto: Radio Rebelde
Rendición de Cuenta del delegado a sus electores. Foto: Radio Rebelde

Por estos días, y hasta finales del mes de junio, los más de 8 millones de electores cubanos tienen el derecho y el deber de participar en las reuniones de rendición de cuenta de los delegados de circunscripción, primer proceso de este tipo en el actual mandato para los 14 mil 537 representantes del Poder Popular en la base, el 52, 64 % de ellos nuevos en tal función.

Juntos, delegados y electores, como máxima autoridad, asumen el compromiso de ejercer el gobierno local, allí en el barrio. El sistema político cubano tiene la peculiaridad de concebir la participación efectiva de los pobladores desde el momento en punto de nominar, y luego elegir a quienes consideren los más capaces, hasta revocarlos si la mayoría entendiera que no han cumplido el supremo encargo de liderear el trabajo comunitario.

No pueden de ningún modo las limitaciones económicas convertirse en obstáculo o pretexto que impida el buen desenvolvimiento de la vida en el lugar donde habitamos.

Si bien no pocos de los problemas que afectan a los pobladores llevan recursos materiales para su solución, asunto que merece atención con la debida prioridad y puede formar parte del plan de la economía del territorio (entiéndase municipio), otras dificultades tienen respuestas viables con la adopción de medidas a partir del concurso de los propios vecinos. Conozco de cuadras, barrios y poblados cuyo óptimo funcionamiento asombra, sobre todo, porque más que del empleo de insumos es fruto de la iniciativa y el aporte de sus habitantes.

No se trata de subestimar la compleja realidad originada por carencias más que conocidas, ni de apreciar solo soluciones de tipo estético o formal. Mucho menos pensar en una varita mágica capaz de trocar lo sucio en oro. Pero sí corresponde exigir y exigirnos que en nuestros barrios funcionen los servicios y prevalezca el orden.

Un compromiso esencial de los delegados es trabajar constantemente para conocer los problemas de sus electores y las causas que los generan, así como la de reclamar, a quien corresponda, la adopción de las medidas que se requieran para resolverlos.

Por tanto, en estas reuniones de rendición de cuenta resulta imprescindible la presencia de los directivos de entidades administrativas localizadas en las demarcaciones que hayan sido convocados por el gobierno. Sucede a menudo que, a pesar de conocerse los reiterados planteamientos de los vecinos, algunos funcionarios no se presentan a estos encuentros semestrales. Entonces vale parafrasear el popular dicho: ¿Y cómo queda el delegado?

Y pudiéramos adicionar la interrogante: ¿Qué pasa con ese directivo que no ofrece respuesta en el día a día, y ni siquiera da la cara en el momento de la reunión?

Cada vez que sea posible resulta de incalculable valor la presencia en estos encuentros de los delegados provinciales y diputados a la Asamblea Nacional. Su aporte en el esclarecimiento de importantes asuntos y el acompañamiento a los electores que aprobaron su elección es otra característica singular de nuestro sistema.

Desde luego, el vínculo entre el delegado y los electores no se limita a las reuniones de rendición de cuenta. En estas los asistentes pueden formular las preguntas e inquietudes que estimen convenientes, pero igual oportunidad tienen los electores en los despachos semanales establecidos por el delegado, práctica que ratifica de manera cotidiana el ejercicio de poder popular.

Para ese momento democrático de rendir cuenta, nuestro representante en la circunscripción no está solo. Él forma parte de la Asamblea Municipal, instancia que debe brindarle la información referida a la gestión del Consejo de la Administración en torno a los asuntos de interés de la población del territorio.

En fecha tan temprana como agosto de 1974, cuando se iniciaba en Matanzas la experiencia del poder popular en la base, el General de Ejército Raúl Castro Ruz al referirse a los delegados insistía en que estos deben ofrecer a los electores los argumentos relacionados con cada planteamiento. Y afirmaba: “Nada debe quedar sin explicación ante las masas”.

Esta nueva ocasión de diálogo abierto y útil para encontrar modos de hacer en favor del barrio no debe perderse en la formalidad.

Dedicación sigue siendo una máxima para el delegado, los llamados factores y todos los que deseen la mejor convivencia. Así no tendrán cabida la desidia, la indisciplina social, la ilegalidad…

La efectividad de los órganos locales de gobierno habrá que medirla en  consecuencia.

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